Por su elegancia e imaginación, Mirza Delibasic fue uno de los mejores jugadores de la historia del continente. En su adolescencia destacó en el tenis (campeón de Bosnia en categoría cadete), pero finalmente se decidió por un deporte al que daría muchos momentos de gloria. Su baloncesto era sencillamente mágico. Quienes le conocieron bien destacan además sus virtudes como persona.
 
El historial de Delibasic es impresionante. Lo ganó todo con la selección yugoslava (Mundial, JJ. OO. y Eurobasket) y llegó a ser campeón de Europa con el Bosna de Sarajevo. En 1981 su dimensión era tan grande que podía haber fichado por cualquier club europeo. Eligió el Real Madrid y el flechazo fue inmediato. Sólo disputó dos temporadas de blanco pero dejó una huella imborrable en sus compañeros y en todos los que le vieron jugar. Él, a su vez, se declaró madridista para siempre.
 
Con 29 años, nada más dejar el club, sufrió un derrame cerebral que le apartó del baloncesto y condicionó el resto de su vida. Mirza falleció en 2001, a la edad de 47 años. Su última aparición en una cancha de baloncesto fue en la Sala Olímpica de Sarajevo, en un partido entre una selección de jugadores bosnios y el equipo de veteranos del Real Madrid, asociación que siempre estuvo a su lado.